Actualmente ya tengo mucho tiempo escondido viendo a través del lente de la cámara, esperando poder hacer la foto más idónea lo cual ha pasado en algunos casos. Este espacio de mirones es el sitio donde creo poder mostrarles e intentar transmitir lo hermoso de cada espacio robado a través de la cámara.


lunes, 17 de mayo de 2010

Cuentos, historias y algo más...

Hay historias de la vida diaria que los personajes son gente común donde cuentan cosas y momentos de su vida que son duros, felices o triste. Hoy al leer esta historia de una gran amiga y gran persona he considerado que la historia de ella son unas de tantas vivencias que son importante resaltar, gracias laura por enseñarnos que la sonrisa es la mejor medicina para cualquier adversidad.



La risa es mi mejor medicina


«Tenía una higuera y le tuve que meter un corte por todo el medio. Me quedé con la varilla que corté en la mano; parecía que ya no servía para nada, pero la planté y de ahí creció un árbol que dio frutos. Yo soy esa higuera». Laura Pérez se siente como un árbol al que le dieron un golpe fuerte, el cáncer lo hizo cuatro años atrás. Ahora tiene 57 y «una vida nueva, la oportunidad que me dio esta enfermedad». Reconoce que al principio estaba asustada, sentía pánico al pensar que seguramente se moriría, lloraba. Pero se dio cuenta de que esos pensamientos le hacían sentirse peor.

Todo empezó una noche cuando notó un bulto interno en el pecho. No le dolía, pero pudo tocarlo y en ese momento asegura que supo lo que era. De hecho, tardó dos semanas en ir al médico. Una vez allí, le diagnosticaron un quiste en la mama y la operaron. Después, la quimioterapia. «En ese momento fue cuando me di cuenta de que no se acababa el mundo, porque cuando iba de buen humor y con mis mejores galas a las sesiones era cuando mejor me encontraba», porque Laura reconoce que la mejor medicina ha sido reírse de ella misma. Ríe ahora al acordarse de la peluca roja que iba a comprar para cuando estuviera calva. Nunca se compró esa peluca. Nunca se quedó calva. Otra cosa que confiesa haberle ayudado mucho y «continúa haciéndolo», insiste, es el vivir el día a día: «La mayoría de nosotros nos pasamos el tiempo haciendo cosas y nos olvidamos de vivir, nos olvidamos de nosotros mismos». Laura se define como una mujer fuerte que ha luchado por superar un obstáculo, aunque también dice que no era la más valiente, recuerda el «amor a la vida» de algunos compañeros que superaron la enfermedad. A pesar de ser mayores que ella reconoce: «No se quejaban nunca y se iban de viaje a Sevilla. Cuando yo veía eso, me decía: ''Ahí voy yo''. Y me agarré como pude a la vida».

El ritual de las cosas pequeñas

Laura ha superado el peor momento de la enfermedad. Ya está fuera de peligro. El cáncer se le extendió a los huesos, pero la quimioterapia lo paró. Ahora será un enferma crónica. En esta nueva etapa de su vida, Laura da más importancia a las cosas pequeñas, «pero no por eso menos valiosas», y dice hacer de ellas un ritual. Se refiere a tareas como hacer la compra y preparar la comida, pues la dieta equilibrada es otra de las cosas que le ha ayudado a llevar bien la enfermedad. Siguiendo lo que ella llama su filosofía de vida, presta más atención a las cosas que no hablan, como las flores o los árboles. Afirma que hablamos mucho pero no decimos nada; en cambio, la naturaleza nos lo enseña todo. En esta etapa ha influido mucho la Asociación Española Contra el Cáncer, donde conoció a Carmen, ahora amiga, con quien va a nadar y a tomar cafés.

Después de su experiencia, Laura se plantea ser voluntaria testimonial, pero más adelante, aún no se ve con fuerzas. «Me involucro demasiado y luego lo paso muy mal», reconoce. De momento quiere liberarse de cargas para seguir recuperándose. Piensa que todos tenemos la capacidad de enfermarnos y de curarnos; por eso confía en que se pueden superar los problemas que se nos presentan. Esa es «la lección» que le ha enseñado la enfermedad: «La capacidad humana no tiene límites, se los ponemos nosotros».


Entrevista la vos de Galicia

http://www.lavozdegalicia.es/coruna/2010/05/06/0003_8464765.htm

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